Los Tsáchilas son una agrupación indígena ecuatoriana que se asentaron principalmente en la región de Santo Domingo de los Colorados.
Una traducción de su nombre en castellano se entendería como “Gente verdadera”. La gente de asentamientos vecinos los bautizó con el mote de “Colorados”, debido a que en la antigüedad muchos de ellos solían teñir su cabello con achiote.
Cuando los incas llegaron a la región que hoy conocemos con el nombre de Quito, rápidamente se dispusieron a conquistar dicho territorio. No obstante, las personas que vivían ahí (conocidos como la tribu Kitu-Kara), decidieron mudarse de ubicación, pues no querían terminar siendo esclavos.
Después de un largo andar, arribaron a un nuevo poblado en donde echaron raíces. Fue en este sitio en donde se originó la leyenda del Tsáchila que se convirtió en Sol.
En un tiempo en el que los viejos podían comunicarse con los pájaros, se decía que en el cielo vivía un tigre enorme que únicamente le gustaba salir cuando el firmamento se encontraba en total oscuridad.
También se cuenta que en una noche en la que el felino tenía muchísima hambre, abrió sus fauces y de un solo bocado se tragó el sol, dejando a la Tierra en penumbras.
Los Tsáchilas ya no podían soportar esa situación, pues al vivir en oscuridad perpetua, casi no tenían alimento que comer. Analizando lo que estaba ocurriendo, los brujos de la tribu llegaron a la conclusión de que la única solución de salvarse era creando su propio sol.
Ellos eligieron a un joven y fuerte muchacho, hijo de una madre soltera. Después del ritual el rostro del muchacho comenzó a brillar, mientras que su cuerpo se empezó a elevar.
Todos en el pueblo estaban tan entusiasmados que se fueron esa tarde a sus casas, con la esperanza de que a la mañana siguiente alumbrara un bello y fulgurante sol.
A pesar de eso, el cielo continuó nublado por tres días más. Al llegar el cuarto, por fin salió de nuevo el sol. Sólo que ahora había otro problema, la luz que emanaba de este era tan potente que cegaba a todo aquel que salía de sus casas.
Fue entonces cuando los sabios se dieron cuenta de que aquel joven ahora convertido en “Astro rey” tenía ambos ojos abiertos y que sólo debía alumbrar con uno.
El más veterano de todos los chamanes, fue el encargado de lanzar una piedra para que uno de los ojos del Joven sol se cerrará para siempre. El tiro fue certero y a partir de entonces, los Tsáchilas y sus descendientes pudieron seguir sus vidas con normalidad.
Quien es el autor del cuento
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