Hay algunos que confunden la leyenda de la dama tapada,
con la de la “llorona”. No obstante, es conveniente aclarar que se
tratan de dos historias distintas y enseguida explicaremos por qué.
La
narración nos cuenta que en Ecuador aparece de vez en cuando una joven
delgada a quien nadie le puede ver el rostro, pues invariablemente lo
lleva cubierto con un velo.
Viste
de manera muy elegante y además porta una sombrilla. Los lugareños
dicen que cuando está cerca de algún hombre, el espíritu comienza a
emanar un aroma sumamente agradable, a fin de que la víctima se sienta
atraído hacia ella y la siga a donde quiera que vaya.
Ese
perfume es tan seductor que el individuo que lo huele no sabe hacia
dónde se dirige. De esa forma, la dama tapada conduce al sujeto a una
zona apartada. Es decir, un lugar en donde no hay ninguna otra persona
que lo pueda ayudar.
De
momento, la mujer se detiene en medio del camino, se para frente al
hombre y descubre su rostro. La víctima al mirar la cara de la dama tapada, queda completamente horrorizado pues se trata de un rostro horripilante en estado de putrefacción.
Instantes
después, el agradable perfume se convierte en un olor insoportable,
semejante al de cuerpos descomponiéndose. El afectado no puede moverse
hasta que su corazón deja de latir por completo.
Un
amigo ecuatoriano me contó que son muy pocos aquellos que han tenido la
suerte de salvarse del ataque del espectro y poder continuar con su
vida de manera normal. Pues muchos de los que lograron huir de esa
región del bosque y volver a la civilización, perdieron completamente la
razón y fueron recluidos en hospitales de salud mental, debido a la
terrible impresión que les causó el observar aquel rostro tan
espeluznante.
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